El cólera en Valencia. 1885.



Valencia, cuna de la lucha contra el cólera

El brote más importante del siglo XIX en tierras valencianas se produjo en 1885 y causó 30.000 muertes

El brote más grave del cólera fue el de 1885. El brote penetró por Novelda en agosto de 1884. Aunque fue dominado con celeridad, volvió a aparecer en noviembre de ese año en Beniopa, una población ahora integrada en Gandia. A mediados de marzo del año siguiente se volvieron a detectar casos en Xàtiva. Al cabo de una semana se localizaba en Valencia.
En un primer momento las autoridades valencianas optaron por ocultar la enfermedad a la población. Pero la epidemia se extendió con gran rapidez y la medida se tornó en ineficaz. Los casos en junio se habían disparado. En julio la situación aún era peor con casi 300 muertes diarias. Se tuvieron que organizar tres centros para acoger a los enfermos: el del Carmen, el de San Pablo y el de Arrancapins. Se detectaban hasta ocho casos diarios con una mortalidad que rondaba el 80%.
Las autoridades emprendieron medidas excepcionales como la limpieza de calles y alcantarillas y se procedió a la fumigación con desinfectantes que, aunque no eran muy eficaces, sí que tranquilizaban a la población.La infección remitió a partir de septiembre después de haberse cobrado la vida de más 4.900 personas e infectar a más de siete mil. De los más de cinco mil vacunados, únicamente murieron 54, según los datos aportados por la profesora María José Báguena en uno de sus trabajos.
Ante la situación, diversos médicos valencianos, entre los que se encontraban varios profesores de la Universidad de Valencia, reclamaron que se acudiera a Jaime Ferrán, un médico catalán que había estado trabajando en una vacuna contra el cólera. Era todo un aventurero. Se trajo la bacteria desde Toulouse a su laboratorio y con ella hizo los experimentos. Además, los primeros en los que comprobó la efectividad del fármaco fueron él mismo, su colaborador más cercano y varios miembros de su familia.
Ferrán contó con el claro respaldo de dos médicos que estaban en Valencia, según resalta la profesora María José Báguena. Se trataba de Amalio Gimeno, catedrático de Terapéutica en la Universidad, y de Manuel Candela, catedrático de Ginecología en el mismo centro.
Diversos médicos valencianos defendieron la presencia de Ferrán en Valencia como la medida más eficaz para frenar la propagación de la enfermedad. El facultativo catalán llegó en abril e instaló el laboratorio en la cocina de una casa entonces deshabitada en la calle Pascual y Genís que era propiedad de Manuel Candela, señala la profesora Báguena. Allí se puso a trabajar. Los primeros vacunados fueron la mayor parte de los profesores de la Facultad de Medicina y unos doscientos médicos.
A fines de abril Jaime Ferrán se dirigió a Alzira donde se vacunaron dos tercios de la población. Tras regresar a Tortosa para recuperarse del paludismo que había contraído, reinició la campaña de vacunación en Chiva, Cheste y Benifaió.

Controversia

La aplicación de la vacuna contó rápidamente con el respaldo de gran parte de los profesores de la Facultad de Medicina. Aunque pronto hubo un gran grupo de detractores, según relata la profesora Báguena. La polémica sobre la administración de este inyectable obligó a las autoridades municipales a crear una comisión que emitió un dictamen contrario a Ferrán. Este abandonó enfadado la ciudad. Se le acusaba de estar movido por intereses comerciales y también se le achacó que no diera a conocer los procedimientos que había seguido para conseguir la vacuna.
Entre los detractores del científico se encontraba el mismo Santiago Ramón y Cajal que entonces ocupaba la cátedra de Anatomía de la Facultad de Medicina de Valencia.
El carácter de Ferrán no facilitaba el entendimiento. Se concitó la enemistad de diversas personalidades que tenían influencia sobre el Gobierno español. Además, no tuvo pelos en la lengua para criticar con dureza algunas de las medidas que tomaban las autoridades. Los detractores, además, aprovecharon que la vacuna era ineficaz en los ya contagiados para desacreditar al médico.
El hecho de que el gobierno conservador del momento no apoyara la vacunación, según Báguena, facilitó que los partidos de la oposición se mostraran fervientes partidarios del descubrimiento de Ferrán.
Como ha sucedido con otros investigadores, el reconocimiento le llegó tarde y en muchos casos fue por parte de instituciones extranjeras. La Academia de Ciencias de París le distinguió en 1907 con el premio Bréant. Su vacuna fue utilizada poco después en la India a gran escala y también se suministró a los soldados de los ejércitos europeos que durante la Primera Guerra Mundial combatieron en el frente de los Balcanes.
JUAN SANCHISValencia