CISMA DE OCCIDENTE






Fue un período de la historia de la Iglesia católica en que dos e incluso tres obispos se disputaron la autoridad pontificia (1378–1417).
La división en el seno del colegio cardenalicio se prolongaba ya que algunos consideraban que los papas, desplazados en Aviñóneran demasiado serviles a la política del monarca francés. Por otro lado, el regreso a Roma se hacía imposible por las divergencias políticas entre familias que mantenían en pie de guerra la ciudad.
El tan deseado regreso del Papa Gregorio XI a Roma no había solucionado los problemas políticos que había en Roma y estando a punto de abandonar de nuevo la ciudad, el Papa falleció en el año 1378.
El Cónclave para la elección del nuevo pontífice de la Iglesia se celebró en Roma; los habitantes de la ciudad no querían que el Papa se instalase de nuevo en Aviñón​ y por ello se produjeron importantes disturbios, no solo en la ciudad, sino en toda la península. Se impidió a los cardenales abandonar Roma. Incluso algún cardenal fue agredido, como Bertrand Lagier. Las autoridades municipales de la ciudad hicieron saber a los cardenales que no podrían contener a las turbas si la elección no se realizaba según su gusto. Sin embargo, la situación no era tan peligrosa ya que los cardenales no tomaron todas las medidas que en caso de temer por sus vidas habrían puesto: los grupos armados que les acompañaban quedaron fuera de la ciudad y no usaron el Castillo Sant'Angelo (que estaba más protegido) para el cónclave, sino que decidieron reunirse en la basílica de San Pedro.[4]
El cónclave comienza el 7 de abril de 1378 con 16 cardenales (10 de los cuales eran franceses).[5]​ Mientras van llegando los cardenales, las turbas romanas les gritan enfervorizadas: «Romano, romano lo volemo, o almanco italiano» («lo queremos romano, romano, o al menos italiano»).[6]​ Luego entraron en las estancias pontificias amenazando a los electores. Los cardenales hicieron saber a las autoridades civiles que, si continuaban las presiones, la elección no podría considerarse válida.[7]
Al día siguiente el cardenal Giacomo Orsini propuso la elección de un papa de compromiso que fuera temporal mientras se pudiera organizar un cónclave con la necesaria seguridad.[8]​ La propuesta fue rechazada unánimemente.[3]​ Finalmente y a instancias de los cardenales Pedro de Luna y Jean de Cros, fue elegido el arzobispo de Bari, Bartolomeo de Prignano, quien tomaría el nombre de Urbano VI.[9]​ Dos se oponen: el cardenal de Bretaña y el cardenal Guillaume de Noellet. El primero luego concede su voto al candidato de los demás y el segundo anuncia que seguirá a la mayoría. En cambio, el cardenal Orsini considera que, debido a la situación de presión, la elección podría ser inválida por tanto vota en contra.[9]​ La noticia no se anuncia inmediatamente.

Inicio del Pontificado de Urbano VIEditar

El día 9 de abril los cardenales que se quedaron en Roma (doce) aprueban la entronización del Papa recién elegido aunque varios de ellos se niegan a salir de sus casas por temor a las turbas. Los días siguientes la situación se tranquiliza, lo que permite que regresen a Roma los demás electores. El 18 el Papa fue coronado por Orsini. El 24 de junio Urbano recibió la carta de aprobación de los cardenales que se habían quedado en Aviñón.
Finalmente, con el verano, los cardenales salieron de Roma y algunos de ellos comenzaron a oponerse abiertamente al Papa. Cuatro de los electores, precisamente los italianos, son los únicos que se quedan en Roma. Los demás se reúnen en Anagni y el 2 de agosto declaran que la elección realizada doce días antes era inválida por falta de libertad de los cardenales.[6]​ A este acto siguieron una serie de negociaciones en que incluso los cardenales italianos titubearon solicitando la celebración de un concilio.
Con estos antecedentes, el 20 de septiembre se produjo un nuevo cónclave que eligió a Roberto de Ginebra, quien tomó la denominación de Clemente VII.​ Era el inicio formal del cisma.

División de la IglesiaEditar

Urbano y Clemente se excomulgaron uno al otro, de esa forma toda la cristiandad se encontró excomulgada. Los fieles católicos estaban confundidos, tenían delante a dos personas que decían y reclamaban ser el representante de Dios y de su Iglesia. El caos era tremendo, muchas diócesis con dos obispos, monasterios con dos abades, órdenes religiosas con dos generales, parroquias con dos párrocos, etc. Uno clementino y otro urbaniano.[13]​ Por ejemplo, los dominicos, que contaban con 24 provincias, 19 de ellas dieron su obediencia al papa de Roma, mientras que 5 al papa aviñonés.
Cada obediencia tenía incluso su santo, Catalina de Siena y Catalina de Suecia eran urbanistas, mientras que Coleta de Corbie y Vicente Ferrer estaban a favor de Clemente VII. Varios de ellos serían canonizados o beatificados por la Iglesia luego de la unificación.
Algunos, como el arzobispo de Toledo, decidieron permanecer neutrales ante la duda. De hecho, en la Eucaristía rezaba pro illo qui est verus papa, «por quien es el verdadero papa».[9]
MUERTE DE LOS PAPAS: EL PAPA LUNA
Urbano VI murió en 1389. Se pensó que con su muerte se llegaría al final del conflicto, sin embargo, los cardenales fieles al difunto papa escogieron al cardenal Piero Tomacelli como su sucesor. El nuevo pontífice romano tomó el nombre de Bonifacio IX. De igual modo procedieron los cardenales disidentes, tras la muerte de Clemente VII, acaecida el 16 de septiembre de 1394, se reunieron en cónclave en Aviñón, a pesar de la negativa de los reyes, y eligieron pontífice al cardenal Pedro de Luna, quien tomó el nombre de Benedicto XIII. El cisma se recrudeció en la sede de Roma, a Bonifacio IX, le sucedió primero Inocencio VII (1404-1406) y luego Gregorio XII (1406-1415). El papa aviñonés en cambio permaneció en el solio pontificio hasta el fin del cisma.[13]​ Este era de carácter mucho menos manejable que su antecesor, los franceses cambiaron de bando y se inclinaron por encontrar una solución.

Negociaciones de MorellaEditar

Poco antes de la reunión del concilio, estando ya convocado, en 1414 se reunieron en Morella el rey de Aragón Fernando de Antequera, fray Vicente Ferrer y el papa Benedicto XIII (Papa Luna) en un intento de solucionar el cisma con la renuncia de este último.
El 18 de julio de 1414 hizo su entrada en Morella, a requerimiento del rey que se encontraba allí desde unos días antes, el papa Benedicto XIII. Entró a lomos de una mula y fue llevado bajo palio portado por el rey Fernando y otros caballeros hasta la iglesia Arciprestal. Fernando tampoco descuidó hacer venir de Castilla a Vicente Ferrer, que a la sazón se hallaba predicando por aquellas tierras. El 15 de agosto se celebró la solemne misa, famosa en la historia de Morella, por concurrir a ella un Rey, un Papa y un Santo.
Las negociaciones, infructuosas, duraron hasta que llegó la noticia de la muerte del rey Ladislao de Nápoles (6 de agosto) sin haber dejado sucesión directa, lo que obligó al rey a abandonar Morella. El Papa volvió a Peñíscola a mediados de septiembre, y nunca renunció al papado, muriendo el 23 de mayo de 1423.
ELECCIÓN DE MARTIN V Y FIN DEL CISMA
Los alemanes, inquietos por el estado de la Iglesia, quisieron ante todo decretar las reformas indispensables de la misma. Las otras naciones protestaron, por el contrario, contra toda demora en «hacer desaparecer la anomalía de una Iglesia sin jefe». Se decidió agregar a los 23 cardenales, muy atacados por el concilio, a otros 30 prelados (seis por nación). Otón Colonna fue elegido casi unánimemente el 11 de noviembre de 1417 y tomó el nombre de Martín V, quedando de este modo abierta la vía para restablecer la unidad en la Iglesia católica.[18]​ Dando por finalizado un cisma de casi medio siglo.

Benedicto XIII, el Papa Luna, siguió imperturbable en su postura y murió en 1423, a los 96 años en Peñíscola, a donde había mudado su sede, en el antiguo castillo de la Orden del Temple. Tras ello sus cardenales eligieron a su sucesor, Gil Sánchez Muñoz, que tomó el nombre de Clemente VIII, último papa de la obediencia de Aviñón, en el Salón del Cónclave del castillo de Peñíscola, lugar donde residió hasta su abdicación en 1429. Esta se produjo en 1429 en San MateoCastellón, debido a las presiones políticas del rey de AragónAlfonso V, por entonces ocupado en la conquista del Reino de Nápoles.



  • Bernardo Bayona Aznar - José Antonio R.C. de SouzaDoctrinas y relaciones de poder en el Cisma de Occidente y en la época conciliar (1378-1449), Prensas Universitarias de Zaragoza, 2013, ISBN 978-84-15770-53-4
  • Vicente Ángel Álvarez PalenzuelaEl cisma de Occidente, RIALP, Madrid 1982, ISBN 84-321-2187-8
  • Giancarlo ZizolaIl conclave. Storia e segreti, Newton & Compton editori, Palermo 2005, ISBN 88-541-0396-9