La capital ¿por qué en Madrid?


La capitalidad surge ante la necesidad de hacer sedentaria a la Corte, hasta entonces itinerante, cuando los Reyes asistían a los campos de batalla y trasladaban con ellos a la Corte. 
Cuando en 1559, Felipe II regresa de Flandes, se encuentra con que España, creadora del primer Estado Moderno, no tiene capital.
Con el Renacimiento en las Cortes europeas se adoptan las nuevas costumbres, como las ceremonias reales, besamanos y la caballería con torneos, justas. Mientras la Corte fue itinerante, las fiestas de Palacio no existían y reinaba la austeridad. Carlos I introdujo las costumbres y fiestas caballerescas de Borgoña. 
Otra tradición borgoñona es la creación de la Casa del príncipe heredero, independiente de la de su padre, para lo que fue elegido el Alcázar de Madrid, decisión trascendental para la futura ubicación de la Corte y la capital.
La capitalidad, creada en 1561, va a dar lugar a una serie de fiestas y celebraciones organizadas por los aristócratas que se trasladan a Madrid. La nueva mentalidad renacentista precisa asimismo de lugares de esparcimiento que los alrededores de la ciudad podían proporcionar.
Madrid, situada entre el Sistema Central y la llanura manchega, tiene un paisaje de transición que, va a determinar incluso el emplazamiento de sus inmigrantes. En efecto, tenderán a situarse al norte los procedentes de la cornisa cantábrica. Al sur- Atocha, lavapiés- se instalaban los procedentes de la Mancha y Andalucía, sobre todo artesanos y comerciantes. Se daba así una clara división social entre el norte y el sur, pero sin problemas de integración.
Madrid, acogedora siempre, ha facilitado tradicionalmente la asimilación de los recién llegados, por lo que la inmigración pronto se identificaba con ella.
Los pueblos primitivos siempre buscaban, para situar sus asentamientos, la proximidad de un río y la presencia de vientos favorables. Con ambos elementos contaba la primitiva villa de Madrid para ser candidata a la elección como Corte.
Los vientos procedentes de la sierra del Guadarrama con dirección noroeste-sureste van a hacer de Madrid una población de gran salubridad aislándola de las epidemias de peste.
La riqueza acuífera de Madrid no va a proceder precisamente de su río, aunque sí que determinó el primitivo asentamiento, sino del subsuelo, canales que se distribuyen por todo el subsuelo, brotando esporádicamente, y dando así nombre a muchas calles-caños del peral, de las fuentes- siendo aprovechados para fuentes o para baños públicos de procedencia árabe, queda un recuerdo en la calle de la Escalinata, antigua de Tintoreros, que eran surtidos por la laguna de Luján, bajo la plaza Mayor.
Madrid no estará exento de muralla, construida en 1625, que configuró el Madrid de los Austrias, que no tenía carácter militar sino fiscal para la recaudación de los derechos de las puertas y controlar el excesivo crecimiento anárquico de la Villa.
A raíz de su capitalidad, Madrid crece rápidamente y motiva una gran desproporción entre el aumento de población y el reducido caserío existente, produciendo un auténtico hacinamiento humano.
Relacionada con esta rapidez y falta de vivienda, está la Regalia de Aposento u obligación de ceder el uso de la mitad de las fincas a los burócratas y cortesanos que lleva consigo la Corte. Ello motivó la aparición de las casas a la malicia. Se construyen, los pisos superiores de las viviendas, retranqueando paredes y simulando cuadras y desvanes inhabitables. 
Fuente: Adaptado de El Madrid de los Austrias. Asunción Fernández Hoyos, Historia 16.

Fuente:  Plano de Madrid, 1656. Pedro Texeira.



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